sábado, 15 de junio de 2013

Agua: una infinita y simple sustancia que me hace vivir.

¿Nunca has tenido la necesidad de sentirte pequeña? ¿Esa necesidad de querer desaparecer para siempre o al menos lo suficiente? Yo sí, y solo lo consigo cuando miro el mar, el horizonte. Tan lejano e infinito. Tan incapaz de alcanzar. 
Y entonces lo intento, intento mirar más allá de él, pero no lo consigo. 
Cuando estoy mal, y puedo observar el mar pienso que mis problemas y temores están allí. Lejos de mí. En un lugar al que por mucho que nade no seré capaz de llegar. 
Un lugar donde los problemas, por grandes que sean, puede parecer pequeños. Insignificantes. 

Estar en contacto con el agua es una delicia para mí, porque por una vez siento que soy solo eso. Agua. Que todo lo demás no importa. Que mis problemas están fuera.
Una sustancia tan simple como el agua puede hacerme entender que no necesito nada más que mi imaginación, para dejar llevar y crear un mundo de ilusión. Una historia. Algo en lo que pueda expresar mis miedos de forma indirecta, de forma que nadie llegue a comprender el porqué pero sepa, de alguna forma u otra, soy frágil. Soy sensaciones. Soy sentimientos. Soy yo. Algo que solo sé mostrar cuando no estoy hablando de mí. Algo que solo sé mostrar al escribir. 

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