viernes, 17 de junio de 2011

♥...

Dios mío, es ella. Pelo rubio ceniza, largo, debajo del casco. Viste también una gorra con visera. Lleva el ipod azul y una chaqueta azul cielo como sus ojos. Sí, parece ella. Reduzco. Mueve la cabeza al ritmo de la música y sonríe. Me paro. Ella arranca. La dejo pasar. Gira alegre frente a nuestro coche. Me da las gracias con los labios... Ahora mi corazón se desacelera. No, no era ella. Pero un recuerdo me asalta. Como cuando estás en el agua, en el mar, por la mañana temprano y hace frío. Alguien te llama, te vuelves y le saludas... Pero cuando te vuelves para seguir caminando llega una ola de improvisto. Y entonces, sin quererlo, me encuentro allí, naúfrago en cualquier sitio, en cualquier día de hace dos años. Es de noche. Sus padres están fuera. Me ha llamado por teléfono. Me ha dicho que vaya a verla. Subo la escalera. La puerta está abierta. La ha dejado entornada. La abro lentamente.

- Babi... ¿Estás ahí? Babi...

No oigo nada. Cierro la puerta. Camino por el pasillo. Paso de puntillas frente a los dormitorios. Una música suave sale de la habitación de sus padres. Que extraño, me había dicho que estaba en el Circeo. Por la puerta entreabierta sale una luz débil. Me acerco y abro la puerta. Junto a la ventana, repentinamente, aparece Babi. Lleva puesta la ropa de su madre, una blusa de seda ligera color arena, transparente y desabrochada. Debajo se entrevé un sujetador color crema. Después una falda larga con dibujos de cachemir. Lleva el pelo recogido en una trenza. Parece mayor, pretende ser mayor. Sonríe. Lleva en la mano una copa de champán. Ahora está sirviendo un poco para mí. Deja de botella en una cubitera llena de hielo que esta sobre la cómoda. Alrededor hay velas y un perfume de rosas salvajes que poco a poco nos envuelve. Apoya un pie en la silla. La falda se abre por la reja, cae hacia un lado, descubriendo un botín y su pierna, cubierta con una fina media de rejilla color miel, con ligas. Como si hubiera crecido de repente.

- Tómame con si fuera ella... Ella, que no te quiere; ella, que a diario me vuelve loca intentado separarnos.

Me pasa la copa. Me la bebo entera de un trago. El champán está frío, está bueno, es perfecto. Después le doy un beso intenso como el deseo que experimento. Nuestras lenguas saben a champán, adormiladas, perdidas, borrachas, anestesiadas... Repentinamente se despiertan. Le paso la mano por el pelo y quedo prisionero entre mechones apelmazados, de cabellos trabajados. Le mantengo la cabeza así, perdida entre mis manos, perdidamente mía..., mientras un beso suyo se vuelve más ávido. Del todo dueña de mi boca, parece que quiera entrar dentro de mí, devorarme, llegar a mi corazón. Pero, ¿qué haces? Para. Ya es tuyo.
Babi se aparta y me mira. En realidad se parece mucho a su madre. Y me da miedo la intensidad que advierto, que no había visto nunca. Entonces me coge una mano, se levanta un poco la falda y la mete por debajo. Después la guía hacia arriba, más arriba..., con ella a lo largo de sus piernas. Abandona la cabeza hacia atrás, con los ojos cerrados. Su sonrisa escondida. Un suspiro, fuerte y claro. Llevo mi mano aún más arriba. Sin prisa, sobre sus bragas. Aquí. Las aparta un poco y me pierdo con mis dedos en su placer. Babi suspira ahora con más fuerza. Me desabrocha los pantalones y me los baja veloz, ávida, también aquí, como nunca. Y dulcemente lo encuentra. Se detiene. Me mira a los ojos y sonríe. Me lame la  boca, me muerde, tiene hambre. Tiene hambre de mí. Se apoya, me empuja, tiene su frente contra la mía, sonríe, suspira, empieza a moverse con la mano arriba y abajo, perdiéndose en mis ojos y en los suyos... Después se baja las braguitas, me da un último beso suave y me acaricia con la mano la barbilla. Se pone sobre la cama a cuatro patas y se descubre por detrás subiéndose la falda. Se la apoya en la espalda y se vuelve hacia mí.

- Step, por favor, tómame con fuerza, como si yo fuera mi madre, hazme daño... Te lo ruego, te lo juro, tengo ganas.

Y me parece increíble. Pero lo hago. Obedezco y ella empieza a gritar como no lo había hecho nunca, y casi me desmayo de placer, de deseo, de lo absurdo de la situación, del amor de aquello que no creía posible. Aún estoy ansioso de placer en el recuerdo y casi me falta la respiración...

                                                                             

2 comentarios:


  1. Lo siento, ayer me daba excesiva pereza dejarte un comentario y tal.. y ahora pues.. mi madre acaba de llamarme otra vez a estudiar, así que con tal de hacer cualquier otra cosa...
    jaaja
    tequiero

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  2. Pedazo blog tienes maña Ö
    Me encanta & me encantas.
    te amo mi niña♥

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