miércoles, 18 de mayo de 2011

Una historia que se repite cada día.

- Amor... No sabes lo mucho que te quiero.
- No me lo creo. - Dice ella.
- ¿¡Qué no!? - Él la abraza hacia si y le da un beso. - Te lo crees así mejor...
- No...
- Yo con estas cosas nunca miento.
- Yo tampoco.... - Silencio. - No te quiero.

Es verdad, no le quiere, nunca le ha querido. O al menos, no la ha querido como él creía. No soy capaz de querer a alguien como él. Yo no soy como él. Somos todo lo contrario el uno del otro. 

- ¡Mientes!
- No... No miento. Yo con estas cosas tampoco miento.
- ¡Sí! Mientes... Tú me quieres lo sé.
- No. No miento. ¡No te quiero! 

Él la golpea, fuerte, como si le llevara la vida en ello. Con rencor. Ella se lleva la mano a la cara. Y lo mira, con odio. Como nunca había mirado a nadie. Solo como podría mirarle a él.

- Perdona... No quería hacerlo.
- ¿Ah no? ¡Pues lo has hecho! Y te vas a arrepentir de esto. Tú no me conoces por mucho que pienses que sí. No te tengo miedo. No soy una de esas niñas a las que sueles engañar.
- ¿Pero que estás diciendo?
- Lo que has oído, desgraciado. ¡Te odio!

Sale de la habitación. Pero volverá, más fuerte que nunca. Y se va a arrepentir de haberle puesto la mano encima.
A los pocos días vuelven a estar juntos. Y él piensa que siempre le ha querido. Y no se da cuenta de que eso no es verdad. 

- Dime que me amas.
- Te dije en su día que nunca lo he hecho y nunca lo voy a hacer. 
- ¡Me amarás! Te lo juro.
- No. No lo aré. Y déjame en paz de una vez. Deja de seguirme. Deja de agobiarme. ¡Olvídame!
- No puedo, y no pienso hacerlo.
- Pues debes hacerlo. Es más, ¡hazlo!
- ¡Nunca! No vas a dejarme. 

Y la golpea de nuevo, peor que la última vez.  Con más fuerza, con más odio, no piensa dejarla ir. Y le sigue golpeando. E insultos y risas, y entre ellas una frase: "Si no eres mía no serás de nadie".  
Pero ella se levanta. No piensa morir a las manos de alguien como él. O al menos, no sin defenderse. Y le golpea aun más fuerte. Y él se sorprende. No sabia que fuera capaz de algo así. Pero eso no le impide seguir golpeándola. Y cae, ensangrentada, sin fuerzas. 
Él tenía razón. Sólo sería suya, porque no le daría otra opción. 
Pero al menos se defendió. Defendió sus ideas aunque no le haya servido de mucho. 

1 comentario:

  1. Joder qué mal rollo.
    La pena es que esto ocurre día a día, y ya, al ser tan corriente, nadie se encarga de explicarlo al mundo y que realmente se haga justicia de eso.
    Aunque no sé qué es mas vergonzoso:
    Que no se informe a la gente de todo lo que pasa...
    o que realmente nos resulte un tema normal del día a día.
    SImplemente penoso.

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